Los
piojos son la cruz de muchos padres. Son unos insectos parasitarios diminutos y
desprovistos de alas que proliferan en el cabello de los seres humanos y se
alimentan de cantidades sumamente pequeñas de sangre que extraen del cuero
cabelludo. Por mucho asco que puedan dar, los piojos son un problema sumamente
habitual, sobre todo entre niños de tres a 12 años (más frecuentes en las niñas
que en los niños).
Los
piojos no son peligrosos y no transmiten ninguna enfermedad, pero son
contagiosos y pueden resultar muy molestos. Sus picaduras pueden provocar
picazón e inflamación en el cuero cabelludo, y el rascado persistente puede
provocar irritación cutánea e incluso infecciones en las áreas afectadas.
Lo
más sensato es tratar lo antes posible los piojos en cuanto se recibe el
diagnóstico, puesto que se pueden contagiar fácilmente entre personas.
Signos
de que un niño tiene piojos
A
pesar de su diminuto tamaño, los piojos se pueden ver a simple vista. Lo que
usted o el pediatra podrá ver al inspeccionar atentamente la cabeza de un niño
que tiene piojos es lo siguiente:
Huevos
de piojo (denominados liendres). Antes de eclosionar, tienen el aspecto de
puntitos amarillos, marrones o de color mostaza. Los piojos desovan sobre
hebras de cabello cerca del cuero cabelludo, donde la temperatura es perfecta
para que se mantengan calientes hasta el momento de la eclosión. Las liendres
parecen una especie de caspa, con la salvedad de que no se pueden eliminar
simplemente cepillando o sacudiendo el pelo.
A
menos que la infestación sea considerable, es más frecuente ver liendres en el
pelo de un niño que piojos vivos moviéndose por su cuero cabelludo. Los huevos
de piojo eclosionan al cabo de entre una y dos semanas de la puesta. Después de
eclosionar, la cáscara externa se ve blanca o transparente y sigue firmemente
adherida a la hebra de cabello. Esta es la etapa en que resulta más fácil
detectar los piojos, ya que, al crecer el cabello, las cáscaras de las liendres
se desplazan hacia el exterior, alejándose del cuero cabelludo.
Piojos
adultos y ninfas (piojos inmaduros). Los piojos adultos no son más grandes que
las semillas de sésamo y su color oscila entre el blanco tirando a gris y el
canela. Las ninfas son de menor tamaño y se convierten en piojos adultos
aproximadamente al cabo de una a dos semanas de la eclosión. La mayoría de los
piojos se alimentan de sangre varias veces al día, pero pueden sobrevivir hasta
dos días fuera del cuero cabelludo.
Rascado.
Cuando los piojos muerden el cuero cabelludo para alimentarse, viene la picazón
y el consecuente rascado. En realidad, se trata de una reacción a la saliva de
los piojos. De todos modos, la picazón no siempre empieza de forma inmediata,
dependiendo de lo sensible que sea a los piojos la piel del niño. A veces, los
niños tardan varias semanas en empezar a rascarse. No obstante, pueden quejarse
de que tienen cosas moviéndose o haciéndoles cosquillas por la cabeza.
Bultos
rojas tipo pápula provocadas por el rascado. A algunos niños la piel del cuero
cabelludo se les irrita solo levemente, pero hay otros que desarrollan
erupciones más molestas. Rascarse en exceso puede provocar infecciones
bacterianas (la piel se enrojece y se vuelve sensible al tacto, pudiendo
formarse costras y haber supuración, lo que a veces va acompañado de inflamación
de los ganglios linfáticos). Si el pediatra cree que su hijo padece una
infección de este tipo, es posible que le recete un antibiótico administrado
por vía oral.
Tal
vez pueda ver piojos o liendres separando el cabello de su hijo e inspeccionando
con un peine de dientes finos su cuero cabelludo, detrás de las orejas y cerca
de la nuca (es poco habitual encontrar piojos en cejas o pestañas).
Puede
ayudarle el uso de una buena lupa y una luz potente. Pero no es fácil encontrar
ninfas ni piojos adultos, no suele haber muchos y además se mueven deprisa.
Llame
al pediatra de su hijo si éste se rasca constantemente la cabeza o se queja de
picazón en el cuero cabelludo que no remite. El pediatra de su hijo debería
poder determinar si éste tiene piojos y requiere tratamiento. No todos los
niños presentan los síntomas típicos de tener piojos y algunos pueden carecer
completamente de síntomas.
Asimismo,
asegúrese de preguntar en la enfermería del colegio de su hijo o al director de
la guardería adonde lo lleve si ha habido más casos de piojos en el centro. Si
descubre que su hijo tiene piojos o liendres, informe al respecto al personal
de su centro educativo.
Averigüe
cuál es la política del centro en lo que respecta a los piojos. La mayoría de
centros permiten que los niños regresen al centro cuando hayan completado un
tratamiento tópico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario